Mi madre nunca leyó a Virginia Woolf

Angelo Nestore
Universidad de Málaga


Mi madre nunca leyó a Virginia Woolf

Mi madre se apoyaría en una mesa de cristal
si su corazón no fuese de madera.
¿Qué será de ella cuando los bárbaros también saqueen su boca,
cuándo los insectos devoren sus mejillas?
¿Y qué será de mí,
Adán de nada,
Adán de todas las madres sepultadas?

Si ella dejara que el mar le enseñara el rostro,
su corazón pesaría como una piedra.
Y mi madre,
ya no mi madre,
cantaría el dolor de las uñas que se pudren.

Por eso yo, Virginia,
te veo a ti y veo a mi madre:
Ofelia sin dientes,
garganta seca
o nevera vacía.
En su pecho esconde el tiempo que le queda,
el tiempo caído,
la carne que guardaste en la nevera.

Hay una mujer haciéndose la muerta en el mar
y es mi madre,
ya no mi madre,
pobre Virginia sin Orlando,
me gusta verte tumbada
y con la boca abierta.
Cansada.
Cansada.
Abrázate, amor mío, para sentirte siempre
centro de algún mundo,
dice mi madre con una boca de cristal
mientras se hunde con su corazón de madera,
y no me extrañes,
yo ya sueño con ser un río.

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