Receta

Manuel Arjonilla Ortega
Universidad de Málaga


Receta

El miércoles llegó tonto, miércoles de septiembre vacío, tardío, solitaria sombra, gelatina, ni más ni menos, una mugre como pegada al cristal de un vaso, torpeza, ell mercado de Atarazanas o la promesa del miércoles de septiembre, qué absurdo ir con la absurda esperanza, el viaje baldío, el autobús, retraso, vuelta, entonces la mala receta, gastronomía del tubérculo -¿o tuberculosa?-, el azafrán falso, las hebras de oro que se niegan y dónde ese horno, antes no lo vi, comida truncada entre la cebolla y el puerro y tras cinco o seis minutos añadir el tomate con la simiente quitada, el agua más tarde con el rape y la colas de gamba, otro intento suculento, intento a la marinera pero la tempestad, la bajamar, las redes vacías, último asalto entre cerveza y vino y pan y uvas, qué firme el jugo, qué anarquía en la mesa, en el fregadero, el sol hirviendo que apura los últimos día y una soledad, la vaciedad, la vaciedad rodeada de la nitidez afuera, los álamos -¿o chopos?- temblando, las montañas luego como firmes biombos recortados contra el horizonte y el atardecer se adensa en una hora y otra hora y aparecen las nubes con forma de plato, broma macabra, ya tuve bastante por hoy, el fuego sagrado y las hierbas aromáticas, ya está bien por hoy, pero parecen platos colgados y salpicados de rojo y mañana aparecerán otra vez esperando no se qué que no llega, qué cabeza de profeta servirán en esas bandejas, Cortázar, Cortázar en la tarde, para encolar los sentimientos, para llenar de celeste mis celestes vacíos, inanición, inacción de las entrañas y no saber más que tres frases y abro los ojos y no y la mano no y la piel no y nada vale.

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