Los jardines de los raros

Raquel Carnicer García
Universidad de Córdoba


 

Los jardines de los raros

1.
He venido al interior del lugar
en la colmena de los torpes.
En el jardín de los raros.
Aquí calmamos tu sed de mala baba
y llenamos tu vientre de orugas.
Aquí la carne no se corta y el hueso aun nos pertenece.
Aquí reímos sin dientes
y bailamos la flacidez en la escarcha.


2.
Vuelvo a escapar
me resulta un hábito perpetuo.
El barro queda hundido en la idea frustrada de mis pies aburridos.
He aprendido a enterrar mis dedos donde escucho hablar sin raíces
a contestar al silencio si me habla mal
a inventar(me) que huyo a cuatro patas.
Me he escondido en la última rama
esa que una vez fue el primer brote.
Aquí soy la más cobarde
o la más ágil.
Aunque nadie me distingue,
sigo oculta,
por encima de todas las zarzas
nada me resulta común
porque sigo ausente.
Sigo ausente porque tengo un lugar donde esconderme.


3.
Prefiero ser caducifolia,
abandonar mis sentimientos en el frío,
dejar que se pudran a mis pies
y volver a crecer descuidada.
Tú,
persona perenne,
me alarma tu frondosidad.
Te forman hojas de rencor
rencor convertido en maldad
maldad que mordisquea el tronco
y hace leña de ti
árbol resentido
árbol caído.

4.
Peino el bosque
y
aquí me caí yo
de rodillas/manos/boca
entre un castaño y un madroño.
Voy camino de tu casa
y hoy sí
tengo ganas de quemar.

5.
Las vidas de los raros
de día
buscan la sombra
de noche
conocen todos los caminos.
De noche para bailar con el fuego
morder polvo
hervirte la sangre
y después dormir tranquila
creyéndome un alga
mecida en las corrientes,
quieta y constante.
Mañana dolerá en la tripa
¿qué hice?
¿dónde fui?

6.
Ya he aprendido lo que hay que hacer

No morir en agua
ni fuego
ni en parto

vivir encima del centeno
debajo de los buitres, las ramas y los ahorcados.

Voy a enroscarme sobre mi misma
voy a exprimir mi vientre,
clavar mi estómago en las costillas,
en las vértebras desperdigadas.

Aplasto trozos de plantas y pieles marchitas desde hace ya tiempo.
Me retuerzo
me estrujo en la carnosidad
me rompo el cuello, la crisma, el mentón.
Cómo crujo y exploto.
Goteo una miel de ideas salvajes y un poquito de frustración.
Sigo con los raros.

Deja un comentario