‘La vida de Calabacín’, una mirada profunda de la infancia

“A veces lloramos porque somos felices”. Pero, ¿qué es la felicidad y cómo se encuentra cuando te has quedado solo? Icare, más conocido como Courgette, siempre lleva su cometa consigo. En ella dibujó a su padre y la hace volar lo más cerca posible del cielo. Con la lata de cerveza de su madre como otra de sus compañías, Courgette llega a su nuevo hogar. ‘La vida de Calabacín’, titulada originalmente como ‘Ma vie de Courgette’, es una película animada en stop-motion que cuenta la historia de un niño de nueve años que nunca conoció a su padre y que tras la muerte de su madre comienza a vivir en un centro de acogida.

El primer largometraje de dibujos animados del director suizo Claude Barras es una reflexiva mirada a la infancia. Así lo han valorado en festivales como el de Cannes, o el de Annecy, donde fue el propio público quien lo galardonó con su premio. El espectador se adentra en las profundidades del maltrato en la infancia, sin que la historia tenga demasiado toque dramático. Incluso, hay varias escenas divertidas en la película y tu risa se oye al unísono junto a las del resto del público. La diversión es tan solo una de las tantas emociones que la película te transmite.

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‘La vida de la Calabacín’ es un filme hecho con agudeza e ingenio, te muestra los prematuros encuentros que se pueden llegar a tener conla crueldad del mundo. “Todos somos iguales, no hay nadie que vaya a querernos”. Así empatizan los pequeños habitantes de “Les Fontaines”, un centro de acogida que acabará siendo realmente su hogar. Courgette y compañía aprenderán valores tan importantes como la confianza en los demás, y encontrarán en los amigos una verdadera familia. Las palabras dejarán de estar presentes en más de un momento en el filme, hay silencios y miradas de los personajes que serán suficientes para abordar la crudeza de determinadas situaciones. Tal y como el propio Courgette diría, “se ve en sus ojos que ya lo ha visto todo”.

El ritmo de la cinta se aleja de la animación contemporánea, caracterizada por la acción y la velocidad, se centra en un compás lento que te guía a la intimidad de los personajes. Los profundos y grandes ojos de Courgette te miran y tras la inocencia propia de un niño, descubres su consciencia adulta. Puede que la melancolía también se apodere de ti, Courgette conocerá a su primer amor. A través de esta montaña rusa emocional, ‘La vida de Calabacín’ traerá de vuelta a tu niño interior y volverás a la infancia, aunque la veas con unos ojos diferentes.

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Más allá del potencial emocional de la película, sus técnicas también merecen buenas palabras. La animación en stop-motion está bien trabajada y consigue un efectivo resultado final. Sus apasionantes personajes de plastilina te robarán el corazón. Acabarán siendo tan humanos como cualquiera de nosotros, o incluso nos superarán.

‘La vida de Calabacín’ es una película de dibujos animados con trasfondo adulto. Al principio su historia es feroz, evoluciona a sentimientos agridulces y tiene un punto y final bienaventurado. La felicidad está donde menos te lo esperas, te encuentra y te enseña a valorar los pequeños detalles que te hacen sentir inmenso.

Por: Cristina Elena Rivas Martínez