‘The Open’, la necesidad de creer en lo que no existe

El mundo se encuentra en una guerra apocalíptica, pero la prioridad de Stéphanie (Maia Levasseur-Costil) y Ralph (James Northcote), junto con su entrenador André (Pierre Benoist) es jugar al tenis. Y el hecho de no tener pelotas no les impide seguir entrenando para llegar al Open de Roland Garros.

Se trata de un filme independiente de bajo presupuesto y bilingüe (se habla tanto inglés como francés) compuesto casi en su totalidad por planos exteriores, siempre en montañas o playas. Todo ello,  junto con la historia y el mensaje que porta convierten a la película en algo muy especial y único. El director, Marc Lahore, se encontraba en la sala durante la proyección a la que asistí y respondió preguntas tras la visualización. Así, pudimos obtener un mejor entendimiento de la intención del creador con esta historia.

‘The Open’ es una película muy simple. Se basa en diálogos que mantienen en su día a día los personajes y en pequeños momentos que de primeras parecen irrelevantes para la historia, pero que nos ayudan a entender la interioridad de cada uno de ellos y el porqué de su rutina. El director destacó la importancia de relatar la vida diaria, con el objetivo de dar una sensación de realeza y autenticidad a la historia, además de humanizar a los personajes y sus relaciones. Lo que, efectivamente, consigue que percibamos  al ver la película.

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Decía también el director durante la sesión de preguntas y respuestas que es una película sobre la “necesidad de creer en lo que no existe”. Para algunas personas es la religión. Para estos tres supervivientes ese algo es lo único que saben hacer, el tenis (“It’s the only thing they have”). Se deben aferrar a la imaginación y a ese torneo de tenis para aguantar la situación, para sobrevivir.

Esta idea es lo más destacable del filme, y tanto es así que sus aspectos más técnicos pasan a un segundo plano, no obstante, es admirable la calidad del producto teniendo en cuenta el equipo tan reducido con el que trabajaba y el bajo presupuesto. Cuenta con efectos visuales muy simples y no excesivos (“it’s not a Michael Bay movie”, explicaba Lahore), buena música, sonido, montaje, y espectaculares interpretaciones por parte de los tres actores.

No es una película sobre tenis, ni una película de ciencia ficción, sino una alegoría que utiliza dichos elementos para decirle al público que incluso en las peores situaciones se puede encontrar un “glimmer of hope” (“rayo de esperanza”). Este mensaje optimista te deja con una muy buena sensación al salir del cine.

En un principio, vemos como Ralph piensa que André y Stéphanie están locos por jugar al tenis con unas raquetas que no tienen red y con pelotas imaginarias, pero a medida que avanza la historia, Ralph va aceptando y adaptándose a la rutina de sus compañeros e incluso llega a compartir su “locura”. Esta película requiere esa misma actitud. Para disfrutar de ella debemos estar dispuestos a abrir nuestra mente y a imaginar.

Por: Paula Martínez del Cañizo.