‘I am not a serial killer’, intento fallido de un asesino adolescente

John Wayne Cleaver está obsesionado con los asesinos en serie, aunque no quiere convertirse en uno. Terribles impulsos le tientan constantemente; así que, por su propio bien y el de los demás, se somete a rígidas reglas para mantenerse dentro de la “normalidad” gracias a su psicólogo. Sin sus reglas para mantenerse bajo control, John podría ser más peligroso que el monstruo que está tratando de atrapar.

Con esta breve descripción arranca I am not a serial killer, una adaptación cinematográfica de las novelas del mismo nombre escritas por Dan Wells. Se trata de un proyecto arriesgado, dirigido por Billy O’Brien, con una producción que pretende alejarse de convencionalismos, un ritmo candente que no se mantiene uniforme durante toda la cinta. Huyendo de clasificarse en un único género y al tiempo generando esa sensación de no saber lo que estás viendo en cada momento. Una película con trasfondo moral que gira en torno a los arrebatos pasionales de un joven que alberga en su interior las características de un asesino en serie.

Una especia de Dexter adolescente que reside aislado en una pequeña localidad de pequeña norteamericana. Su obsesión por la muerte es puesta a raya a través de unas reglas auto impuestas para evitar descontrolarse. Sin embargo, esta afición morbosa es alimentada a su vez gracias al trabajo de su madre y su tía, encargadas de la funeraria del pueblo.

John empieza a sentir que debe dejar a un lado sus propias reglas cuando en el pueblo se descubren varios asesinatos con un nexo común: un asesino en serie que arranca a sus víctimas parte de sus órganos vitales. John pasa entonces a convertirse en un investigador adolescente mientras su vida y su equilibrio mental cada vez están más en peligro. A la mitad de la película, el ritmo decae y se deduce rápidamente cómo terminará la historia.

Una de las mejores herramientas para disfrutar de ‘I Am Not a Serial Killer’ es no conocer de antemano su argumento. La película aborda el paso de la infancia a la madurez, de la madurez a la vejez y de la vejez a la muerte. Una cinta peculiar, de bajo presupuesto, con más potencial del que desprende. Un quiere y no puede que te deja frío.

Por Pablo Collantes